La entrada de los invasores Árabes y Bereberes fue para
ellos un paseo militar ya que contaron con la ayuda de godos y judíos
fieles a la corte de Witiza; cuando llegaron no vinieron acompañados de sus
mujeres, aunque ellas llegaron más tarde para llenar los harenes de Córdoba,
granada y Sevilla, se calcula que alcanzaron la cifra de 200.000 contando con
las cautivas cristianas, si estimamos la población nativa en 8.000.000 tenemos
que la influencia de la arabización entre los descendientes es casi nula. En la
Rioja, donde más llega a notarse es en la zona del alhama, allí construyeron
canales y zonas agrícolas, teniendo en cuenta que fue la última zona que se
reconquisto.
Aunque la
existencia de Logroño no está documentalmente probada hasta el año 926, se
tiene la certeza de que en el paso del Ebro y en su margen derecha había con anterioridad
a esa fecha un núcleo de viviendas en la zona de la Ruavieja. Allí llegaban los
peregrinos que venían por el camino de Santiago o camino francés desde mediados
del siglo IX, pocos lustros después del hallazgo del sepulcro jacobeo. Santo
Domingo de la Calzada contribuyó más tarde a mejorar la ruta riojana con la
construcción de calzadas, puentes, hospitales y hospederías.
Calle Ruavieja vista desde la calle el puente.
En Logroño, los
albergues y posadas de peregrinos, situadas en las calles Ruavieja, Barriocepo
y Mayor, estaban señaladas por un pequeño escudo en sus fachadas con la figura
de una concha o el anagrama J.H.S., de los que quedan ya muy pocos.
Plano aproximado de Logroño en los años de
la dominación árabe.
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